Soñé que mi papá me decía: ¡ En esa plaza están los fachos! Y caminábamos rápido, viendo, desde lejos, a decenas de hombres agitar banderas azules y blancas, portando la camisa de ARENA. En la otra plaza estaban los rojos, reinvindicando su esencia en el pavimento de ese lugar manchado de sangre por décadas y frente caredral, ese otro lugar histórico donde la voz del profeta hablara claro. Mi papá me enseñó a distinguir entre comunistas, aspirantes a marxistas, obreros dignos y ser hija de obreros. A entender que la educación es el motor de todo. ¿Y la violencia? Claro, esa misma que ha hecho rodar cabezas en la barbarie, que hizo quemar templos sagrados de pueblos milenarios, que masacró estudiantes, desapareció familias y en la paz se pintó la piel con las formas del odio y la exclusión. Esa misma violencia que se disputa con la educación las mentes más tercas o las más lúcidas. Pero el motor es la educación. Ahora resulta ridículo o anacrónico sostener un discurso de paz. Eso d...
I La realidad es vivir/bramar como el aguacero,cantar como el pájaro,/entre la cruel maraña de espinas./Si hay noche, frío o tormenta,/el corazón se entregará al canto.../Vivo cambiante y rumoroso,/sin olvidar el trozo de mar, de pájaro en la boca, que me hace temblar o reír junto a las barcas. R. Armijo