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Mostrando entradas de 2025

"Un ladrón educado" cuento 2 de Los innombrables

                                    A unos hombres innombrables, no son reales como eran, pero son  muy parecidos . Era diciembre, el Chumpipe, subía “la cuestona” de la Colonia La Chacra y luego caminaba por el bulevar del ejército a las 3 am para llegar a “la Tiendona”, al puesto de verduras donde ayudaba a Doña Cristi a cargar los sacos de papas o de güisquiles que vendía al por mayor a compradores matutinos. Él era el cargador de bultos principal, luego estaba Jonathan, mejor conocido como el Sapo, quien se encargaba de las cajas de tomate y de chiles verdes. Doña Cristi les decía “hijos”, de puro cariño, pues era una mujer sola, con dinero y por lo tanto con poder en ese mercado de mayoristas. A sus 46 años usaba los jeans bien ajustados, los prefería decorados para que combinaran con su delantal de encajes y sus blusas habitualmente escotadas, donde se apretujaban y relucían sus vo...

Equivocados

                                                                                                A usted Los hombres equivocados juran tormentas. Abrazan peces invisibles en mentiras sublimes. Hieren con las hojas de cartas que nunca envían. Muerden la nostalgia de los relojes cansados y son erráticos en todo, menos en la noria dan vueltas sobre el mismo punto de sus ancestros. Jamás reconocen su vacío, su sed o su hambre les abrazas y te queman con ternura, te aúllan te idolatran cual   flor de loto pero los pierdes, se enfrían, te regalan té te regalan flores inútiles, te dicen otra clase de mentiras similares a una excusa dada a la asistente de un médico te regalan rosas que un perro terminará destrozando te ven a lo...

Educación y paz social

 Soñé que mi papá me decía: ¡ En esa plaza están los fachos! Y caminábamos rápido, viendo, desde lejos, a decenas de hombres agitar banderas azules y blancas, portando la camisa de ARENA. En la otra plaza estaban los rojos, reinvindicando su esencia en el pavimento de ese lugar manchado de sangre por décadas y frente caredral, ese otro lugar histórico donde la voz del profeta hablara claro. Mi papá me enseñó a distinguir entre comunistas, aspirantes a marxistas, obreros dignos y ser hija de obreros. A entender que la educación es el motor de todo. ¿Y la violencia? Claro, esa misma que ha hecho rodar cabezas en la barbarie, que hizo quemar templos sagrados de pueblos milenarios, que masacró estudiantes, desapareció familias y en la paz se pintó la piel con las formas del odio y la exclusión. Esa misma violencia que se disputa con la educación las mentes más tercas o las más lúcidas. Pero el motor es la educación. Ahora resulta ridículo o anacrónico sostener un discurso de paz. Eso d...