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Poemas de "Novena". Flauta de los Pétalos 2016

A Soledad, Antonieta y Carolina por su paciencia.

“Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios”
Alejandra Pizarnik

I
Desde todas la muertes
una mano extendida sobre la piel
aúlla como mi sombra.
Descubro, a pesar del frío,
la caricia y el vuelo
sobre los nudos de mi libertad.
Me viste el ruido de las edades
me viste la canción trémula de los años
me viste el amor que regalo en flores nocturnas,
me viste todo lo que vuela y cae siempre
por la atracción secreta del fuego.

II
He regalado mi dentadura
mis besos mortales
mis cabellos enredados y con olor a humo
mis manos indiscretas y mi poca seriedad
a la colección de horas sobre tristes calendarios.
He escrito muchas canciones
poemas, cartas, cuentos
y debajo de la piel
también escribo, a veces
con la angustia de la certeza sobre la duda.
Así, irracional o libélula me he cansado
y vuelvo sobre mi desnudez
y me relamo como una gata parda
como una perra que vagabundea sobre el mundo
y descubro que soy algo más que carne 
y algo más que risas, emociones y olvidos de alquiler.
Ello podría explicar las equis marcadas sobre mi rostro
ello podría explicar el silencio que llueve sobre el libro que no termina.

III
En el frío se quemaron los antiguos dioses
esos que eran hombres y mujeres
esos que exigían del corazón y el pedernal
un eterno pasadizo de la sed sobre la piedra.
Mi sacrificio es ahora
el eterno vuelo en el mar de los sueños
el eterno grito por las mujeres de fuego
el eterno caminar sobre la línea inexacta
el eterno nomadismo del corazón sobre los lunares
que vamos amando, sin importar el sexo
la temporalidad o la máquina que fabrica los límites.

IV
Elegimos,
no ser musas de aire o ventisca
elegimos ser todo
elegimos ser rocas, tierra, espinas, tormenta
elegimos la libertad que nos viste desde el nacimiento
nadie nos negará el derecho a la danza
donde nuestras piernas son las agujas
de un universo girando en sentido contrario
a la ilusión de los misterios del otro mundo
donde las bestias juegan a intentar detenernos.




V
Se equivocan
como siempre
las buenas intenciones no fraguan sobre la brújula
las buenas intenciones de los honorables
siempre habrán de tener un espacio
en los huecos donde duerme  la  inoficiosa mentira:
que la vida se decide afuera
que la sangre debe continuar una ignominia.
VI
El movimiento de los astros
 la luz que llega desde una luna rota
 el silencio de las noches de verano,
donde no hay más frío físico o elemental
el aullido de los perros en las esquinas muertas
el maullido de los gatos con hambre sobre las casas abandonadas
todo cuanto pueda ser una verdad
todo cuanto pueda ser un acertijo del vacío
todo lo que sobra y todo lo que falte
siempre habrá de ser un sueño que amanece
con la mirada que damos a los seres
o con el golpe de corazón sobre las cosas que nos queman
–sí, las cosas- y la ausencia de unos ojos doliendo sobre los hombros.
VII
Me gusta decir la verdad
aún a pesar de los miedos
aún a pesar del peso que las verdades tengan.
Pero siempre miento
aunque duela mi odio a la mentira
y siempre quemo mis naves
con la cínica mirada en mi desvarío
y los pájaros  en la piel que me revolotean
 hasta terminar con mi racional tempestad de a ratos.
VIII
Se puede querer y no querer
-como solía decir mi padre-
se puede sacrificar  o no la  juventud por un buen sueño
-como solía decir mi madre-
se puede jugar a estar ciego
o a gritar desde el silencio
se puede decir que el cielo  es un vidrio roto
ventana que oscurece con la lluvia
pero no se puede jugar
al golpe o la herida
eso no puede escribirse sobre papel
que sirva para llorar con la sombra de unos grillos
o con la lluvia de telón incierto
el golpe o la herida
se deben quemar sobre piedras
sin la misericordia
y sin las excusas
que puedan valer o  pesar sobre los espejos
si los ojos aún ven
 habrá que mirar
y si la boca aún habla
habrá que decir con la fuerza necesaria
para quebrar los techos que haya que quebrar.


IX
El abrazo extendido
el gesto de unos ojos que reclaman el pan
el sueño inundando los arcoíris sin temor al odio
el ruido de los pies sobre una carrera horizontal
donde somos todas
donde caemos, regresamos y volvemos con un vuelo.
Allí donde crecen con uñas las heridas
y donde se duermen con labios los recuerdos
vamos a encontrar girasoles
caracolas,  hormigas, y plumas
haremos un altar con la memoria
sobre la sangre que nos falta.
Haremos un altar con nuestros rostros
y seremos un gran torbellino
sobre la ciudad  de las mentiras
sobre la noche que no deja ver nuevos soles
sobre la oscuridad que encarcela lunas
y tendremos por estrellas nuestros nombres
porque nacimos de una danza con el universo.



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