Cerca del Mercado Central un cuerpo era reconocido por agentes de la Cruz Verde. Apenas y había salido el sol, la multitud de agolpaba en una masa pegajosa de un lado a otro. Mujeres con los comprados colgando del brazo. Motociclistas intrépidos compitiendo con carros intempestivos, humo, rostros de jóvenes somnolientos y la vida fluyendo como todos los días, también la muerte. Un hombre semidesnudo que gritaba vituperios a los transeúntes revisaba la basura a un costado de la macabra escena del cuerpo cubierto por una sábana. “Vaya quítate de aquí, loco pendejo” dijo un hombre que pasaba con su bolsón minúsculo sobre la espalda. Como cerca estaba la parada de autobús de la ruta cinco, muchos hombres jóvenes esperaban que llegara un automotor vacío o al menos un poco vacío. Antes que ningún automotor apareciera, dos carros patrullas y un camión uniformados llegaban al lugar. El loco que buscaba entre la basura enfocó sus vituperios contra los u
I La realidad es vivir/bramar como el aguacero,cantar como el pájaro,/entre la cruel maraña de espinas./Si hay noche, frío o tormenta,/el corazón se entregará al canto.../Vivo cambiante y rumoroso,/sin olvidar el trozo de mar, de pájaro en la boca, que me hace temblar o reír junto a las barcas. R. Armijo